La Guarida del Zorro Filoso: diciembre 2008

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martes, 30 de diciembre de 2008

La Audioteca del Zorro Filoso (Feliz Año Nuevo - Earl Grant - I'm In The Mood For Love)


Las personas jóvenes en Mexicali solo ven a grandes maquiladoras en nuestro suelo como Sony(+), Daewoo(+), Mitsubishi(+), Honeywell, Paccar, EEMSA, Vitro, Skyworks, Cardinal Health, Bosch, Price Pfister, Gulfstream, Goodrich y Kwikset. Buscan trabajo en plantas para el procesamiento de alimentos como Jumex, Bimbo, Coca-Cola, Pepsi, Sabritas y, últimamente, la empresa Kellog's.

Estas empresas son el motor industrial del Mexicali de hoy.

Pero en mis años infantiles, el Mexicali de los 60s, era una ciudad basada en la agroindustria del algodón. El oro blanco, nos decían en la primaria Benito Juárez, cuando estudiaba en su viejo edificio, hoy destruido por manos inmisericordes e ignorantes, con maestros de la talla de la Maestra Ciria Cota, que le dio clases a mi papá y a todos nosotros sus hijos, y del Maestro Maximino Virgen, director en mis años de primaria.

El algodón estableció a Mexicali en el mapa socio-económico de la región noroeste de México, suroeste de EEUU, generando cultivos de la fibra desde finales de la primera década del siglo XX, hasta nuestros días. Su auge agrícola lo podemos ubicar ya a finales de los 20s hasta los 60s.

Y es precisamente a mediados de los 20s, que se establece en Mexicali la planta industrial algodonera por excelencia: la Jabonera del Pacífico.

No hubo ni habrá, en la humilde opinión del Zorro Filoso, ni en la de muchos descendientes de aquellos trabajadores y empleados de La Jabonera, una industria que haya calado tan profundo en la psiqué del mexicalense.

Desde su cierre total en 1974, debido al desplome de los precios del algodón, sus instalaciones y terrenos fueron abandonados, derruidos, y vueltos a erigir en una magnífica plaza comercial, con el mismo tanque elevado de agua, y su bodega de semilla convertida en un museo interactivo para la niñez, Museo Sol del Niño.

Por años en la familia teníamos el pequeño e infundado resentimiento de no ver el reconocimiento social hacia La Jabonera, o la Anderson, Clayton & Cia., por los casi 50 años de su existencia y tantos aportes que hizo para formar una conciencia industrial en los trabajadores de mi ciudad. Pero después de tantos años, por fin hay un digno reconocimiento, en la forma de un libro precioso que empezó a venderse en las librerías de Mexicali.

La Jabonera del Pacífico, y los Años del Algodón (Universidad Autónoma de Baja California, con texto de J. Griffin y aportaciones de los ex-trabajadores, 2008) es el resultado de una empresa de muchas voluntades que aún tienen voz terrenal en esta historia. James Griffin junto con James W. Stone fueron las cabezas industriales de La Jabonera durante las últimas dos décadas de la compañía.

Y por esas voces amistosas, a quienes reconozco el valor del recuerdo y la memoria, vuelve a tener presencia mi papá, quién trabajó en La Jabonera desde 1954, año en que casó con mi mamá y emigraron de Hermosillo a Mexicali, hasta su cierre definitivo en 1974. Ingresó como Químico Laboratorista y fue ascendiendo hasta llegar a Superintendente de Planta de Producto Terminado.

En las muchas actividades profesionales que le recuerdo a mi papá, está el hecho de que le asignaron el proyecto de construcción y operación de la nueva planta de hidrógeno y su refinería. El éxito del proyecto fue el impulso que lo llevó al reconocimiento de propios y extraños por el resto de su vida profesional. Muchos compañeros de mi papá aún le comentan a mi mamá sobre la hazaña, y nos felicitan a los hijos por haber tenido en nuestro padre un ejemplo a seguir.

El libro hace referencia al hecho con el siguiente texto y fotografía:

El gas hidrógeno es imprescindible para la producción de manteca vegetal. Una planta para producir hidrógeno en La Jabonera existía desde los primeros años de su creación pero ya por los años 50 ésta era casi obsoleta. No tenía la capacidad ni ofrecía la eficiencia necesaria.

Entonces se construyó una planta nueva que el ingeniero Carlos Domínguez, supervisor general de la planta de productos terminados, la describió así:

Esta planta fue la primera de su tipo que se instaló en el mundo entero (sic), ya que ello implicó la aplicación de procesos completamente nuevos en sistemas de este tipo. El proceso consiste en pasar propano gaseoso y vapor de agua a temperaturas elevadas a través de catalizadores de níquel, donde se rompe la molécula de propano para formar hidrógeno y anhídrido carbónico.

Esta mezcla de gases se lava por un sistema de regeneración continua y el hidrógeno así purificado se almacena a altas presiones para su siguiente uso. Toda la operación de la planta de gas es completamente automática y está controlada por un sistema sumamente eficiente, que la hace segura en su operación y absolutamente confiable en cuanto a la calidad del gas elaborado.




Guardando las debidas proporciones, hoy en día el hidrógeno vuelve a tener una importancia vital en el desarrollo de la industria actual. Cosas de la tecnología y de los tiempos.



No recuerdo con exactitud cuando mi papá adquirió el disco LP que hoy comparto, pero es un hecho que en 1965, aún viviendo en la casa de la Industrial, él dibujó a mano libre la planta de hidrógeno y la refinería, en el comedor de la casa, utilizando la transparencia de 35mm que les muestro, proyectando la imagen sobre la pared y en el papel de cáscara de huevo que había pegado a ella.



Debió haber sido, por el tamaño y la complicación de la planta, un proyecto extenuante física y emocionalmente. Pero nunca recuerdo haber visto a mi papá cansado o de mal humor. Pero sí recuerdo que a menudo ponía este disco en el estéreo Zenith, y que lo escuchaba sentado en el sofá. Debió ser una catarsis para el stress, los regaños, los apuros, las metidas de pata, las evaluaciones fallidas, los supuestos falsos, la escasez de recursos, la falta de personal, los tiempos por cumplirse, etc.



El disco LP debió comprarlo mi papá en El Centro, California, allá por 1961 o 1962. El álbum pertenece a Earl Grant, afamado tecladista y cantante de aquellos años. Era un excelente pianista y organista, lo cual fácilmente se escucha y se aprecia en el álbum.



Recomendable, sobre todo, I’m In The Mood For Love para bailar con la pareja amada, abrazarla al danzar, hundir el rostro en su hermosa y fragante cabellera, y dar los pasos necesarios para elevarse a las nubes de la percepción. Inténtelo, no se van a arrepentir.



Y así, con las notas de Earl y los textos de Mr. Griffin, termino este año de 2008, de tantos denuedos y tantos sinsabores, pero con tantas esperanzas y ganas de triunfar, para desearles los mejores meses del 2009. Que sean de retos y hazañas, de bailes y música.


Hasta el próximo año.



viernes, 26 de diciembre de 2008

La Audioteca del Zorro Filoso (Feliz Navidad-varios artistas - 60s - Infancia del Zorro Filoso)

En estas fechas navideñas, el Zorro Filoso vuelve a rememorar las fechas que más implicaron un cambio o una afirmación en su carácter. Siempre ha sido así. Cada quién recibe los estímulos necesarios y reafirma su concepto del mundo. Si Zorro Filoso tiene un carácer introspectivo, íntimo y nostálgico, es porque su niñez fue del mismo tenor.

Las navidades que recuerdo siempre fueron en familia. Las primeras en casa de mis abuelos maternos, en Hermosillo, abriendo los regalos que traía Santa Clós y dejaba en la sala, junto al árbol. La algarabía era fenomenal, según considero ahora, pero siempre con admiración sobre aquél milagro. Ahí estaban, siempre, el par de pistolas de vaquero que pedía, el triciclo rojo con llantas gruesas, el proyector de diapositivas de Los Supersónicos, el Monopolio o algún juego de mesa de moda.

Pero, también, siempre estaban los otros regalos no solicitados y que extrañamente recibíamos a raudales: ropa, calzado, libros. Siempre me preguntaba que le pasaba por la cabeza al santurrón aquél para hacernos llegar, de grapa, esos obsequios. Pero igual, los disfrutábamos enormidades.

Recuerdo particularmente cuando recibí el equipo de química y el microscopio. Mis tendencias científicas eran muy tempranas, por lo que el señor Clós me hizo llegar esos regalos a edad muy temprana. Y ahí tenían al Zorro Filoso cachorro, haciendo sus mezclas que cambiaban de color, sin razón aparente, u observando los ojos de las moscas que atrapaba en gotas de miel. Todo un Nobel en ciernes.

En los años en que vivimos en la colonia Industrial, con sus calles sin pavimentar, llenas de tierra o de lodo, según la época del año y las circunstancias, mi padre pudo hacerse de un aparato estereofónico, marca Zenith. Con su sueldo de ingeniero en la Jabonera del Pacífico, empresa que después cambió de dueño a Anderson, Clayton & Co., pudo tener en casa un medio para reproducir sus discos y oir la radio en AM (la FM llegó a Mexicali en el 67 o 68).

Ese aparato Hi-Fi nos acompañó en todas nuestras navidades desde entonces, hasta c.1975, reproduciendo sobre todo un disco que pude rescatar del olvido y que ahora todos los hermanos tenemos en formato digital MP3.

Lo compró nuestro padre a inicios de los 60s, como decía, y contenía las canciones de varios artistas mexicanos del momento. Con sus notas melodiosas cenábamos ya sea el pavo o el jamón, alguna sopa, sodas (refrescos) y postre. Ya dormidos, el santo varón Nicolás seguramente despertaba a nuestros padres para que le abrieran la puerta, dado que nunca teníamos chimenea. Colocaba los regalos ordenadamente, comía un poco de la cena que le dejábamos servida en la mesa, y continuaba con su viaje de reparto a nivel global.

Al día siguiente no acertábamos a explicarnos el milagro aquél. Ya no importaba como había entrado ni si le daba tiempo en repartir tantísimos obsequios, los regalos estaban ahí y era hora de abrirlos de sus paquetes o de usarlos inmediatamente. La muñeca que caminaba de la mano para mi hermana, el patín del diablo para mi hermano el segundo, para el tercero el inolvidable camioncito de volteo Tonka, para el menor un carrito de fricción y para mí, cuestiones de mi destino manifiesto, un cohete espacial, con cápsula Mercury Project incluida, propulsado por presión de agua y que caía colgado de un minúsculo paracaidas.

Los vecinitos salían con sus bicis o triciclos, sus bates y guantes de beisbol, patines, balones y cuanto pusieran compartir con sus amiguitos de colonia y jugar hasta la tarde. Al lado de la casa había un lote baldío, hoy ocupado por una casa moderna y bonita, donde formábamos los equipos de beisbol, o también impulsábamos los vehículos de ruedas.

Ya en la tarde, cayendo el sol temprano, mi madre nos llamaba para ir a misa. Todos coreábamos voces lastimeras, pero no había protestas. Que va. Eso no se conocía. Así que dejábamos los juguetes y caminábamos el par de cuadras para llegar a la iglesia de la Inmaculada Concepción, sobre la Tapiceros, para oir misa y regresar corriendo para de nuevo jugar, ya en el interior de las casas.

Y de nuevo las notas aquellas reconfortaban el ambiente. Navidad tras navidad, año tras año, el disco que comparto hoy nos hacía recordar las navidades pasadas, disfrutar la presente y esperar las futuras, cual cuento de navidad.

Así que, ya un poco versado sobre las condiciones técnicas de mi nueva tarjeta de sonido, editando un poquito allá y acá las pistas del disco, escaneando la portada, les entrego estos recuerdos y estas esperanzas, de que esta Navidad 2008 los colme de bienaventuranzas y bendiciones, que la pasen con alegría y buen ambiente, que recuerden a los que ya no están con amor y perdonen sus defectos, que vivan en armonía y respeto mútuo, que disfruten la cena con agradecimiento y que celebren alegremente el nacimiento del Niño Dios.

Un abrazo a todos.






Nota: En esta ocasión tendrán acceso a todas las pistas del disco. Seleccionen la pista deseada con el botón izquierdo, salven en disco o abran el archivo.