Las navidades que recuerdo siempre fueron en familia. Las primeras en casa de mis abuelos maternos, en Hermosillo, abriendo los regalos que traía Santa Clós y dejaba en la sala, junto al árbol. La algarabía era fenomenal, según considero ahora, pero siempre con admiración sobre aquél milagro. Ahí estaban, siempre, el par de pistolas de vaquero que pedía, el triciclo rojo con llantas gruesas, el proyector de diapositivas de Los Supersónicos, el Monopolio o algún juego de mesa de moda.
Pero, también, siempre estaban los otros regalos no solicitados y que extrañamente recibíamos a raudales: ropa, calzado, libros. Siempre me preguntaba que le pasaba por la cabeza al santurrón aquél para hacernos llegar, de grapa, esos obsequios. Pero igual, los disfrutábamos enormidades.
Recuerdo particularmente cuando recibí el equipo de química y el microscopio. Mis tendencias científicas eran muy tempranas, por lo que el señor Clós me hizo llegar esos regalos a edad muy temprana. Y ahí tenían al Zorro Filoso cachorro, haciendo sus mezclas que cambiaban de color, sin razón aparente, u observando los ojos de las moscas que atrapaba en gotas de miel. Todo un Nobel en ciernes.
En los años en que vivimos en la colonia Industrial, con sus calles sin pavimentar, llenas de tierra o de lodo, según la época del año y las circunstancias, mi padre pudo hacerse de un aparato estereofónico, marca Zenith. Con su sueldo de ingeniero en la Jabonera del Pacífico, empresa que después cambió de dueño a Anderson, Clayton & Co., pudo tener en casa un medio para reproducir sus discos y oir la radio en AM (la FM llegó a Mexicali en el 67 o 68).
Ese aparato Hi-Fi nos acompañó en todas nuestras navidades desde entonces, hasta c.1975, reproduciendo sobre todo un disco que pude rescatar del olvido y que ahora todos los hermanos tenemos en formato digital MP3.
Lo compró nuestro padre a inicios de los 60s, como decía, y contenía las canciones de varios artistas mexicanos del momento. Con sus notas melodiosas cenábamos ya sea el pavo o el jamón, alguna sopa, sodas (refrescos) y postre. Ya dormidos, el santo varón Nicolás seguramente despertaba a nuestros padres para que le abrieran la puerta, dado que nunca teníamos chimenea. Colocaba los regalos ordenadamente, comía un poco de la cena que le dejábamos servida en la mesa, y continuaba con su viaje de reparto a nivel global.
Al día siguiente no acertábamos a explicarnos el milagro aquél. Ya no importaba como había entrado ni si le daba tiempo en repartir tantísimos obsequios, los regalos estaban ahí y era hora de abrirlos de sus paquetes o de usarlos inmediatamente. La muñeca que caminaba de la mano para mi hermana, el patín del diablo para mi hermano el segundo, para el tercero el inolvidable camioncito de volteo Tonka, para el menor un carrito de fricción y para mí, cuestiones de mi destino manifiesto, un cohete espacial, con cápsula Mercury Project incluida, propulsado por presión de agua y que caía colgado de un minúsculo paracaidas.
Los vecinitos salían con sus bicis o triciclos, sus bates y guantes de beisbol, patines, balones y cuanto pusieran compartir con sus amiguitos de colonia y jugar hasta la tarde. Al lado de la casa había un lote baldío, hoy ocupado por una casa moderna y bonita, donde formábamos los equipos de beisbol, o también impulsábamos los vehículos de ruedas.
Ya en la tarde, cayendo el sol temprano, mi madre nos llamaba para ir a misa. Todos coreábamos voces lastimeras, pero no había protestas. Que va. Eso no se conocía. Así que dejábamos los juguetes y caminábamos el par de cuadras para llegar a la iglesia de la Inmaculada Concepción, sobre la Tapiceros, para oir misa y regresar corriendo para de nuevo jugar, ya en el interior de las casas.
Y de nuevo las notas aquellas reconfortaban el ambiente. Navidad tras navidad, año tras año, el disco que comparto hoy nos hacía recordar las navidades pasadas, disfrutar la presente y esperar las futuras, cual cuento de navidad.
Así que, ya un poco versado sobre las condiciones técnicas de mi nueva tarjeta de sonido, editando un poquito allá y acá las pistas del disco, escaneando la portada, les entrego estos recuerdos y estas esperanzas, de que esta Navidad 2008 los colme de bienaventuranzas y bendiciones, que la pasen con alegría y buen ambiente, que recuerden a los que ya no están con amor y perdonen sus defectos, que vivan en armonía y respeto mútuo, que disfruten la cena con agradecimiento y que celebren alegremente el nacimiento del Niño Dios.
Un abrazo a todos.
Nota: En esta ocasión tendrán acceso a todas las pistas del disco. Seleccionen la pista deseada con el botón izquierdo, salven en disco o abran el archivo.
3 comentarios:
Hola Don Zorro Filoso, ¡Qué grata sorpresa esto del blog y de su guarida!
Muchas felicidades por el mismo y muchas gracias por hacernos grata la vida en el blogger con su música digitalizada (que conserva la rasposidad de la aguja sobre el disco), sazonada con los comentarios personales que le dan sentido a la música misma y que ayudan a la manifestación del valor belleza que toda música contiene.
Gracias por compartir su espacio de vida en esta guarida zorril.
¿Puedo agregar la dirección de su blog a mi blog personal?
Un saludo muy afectuoso y un abrazo en comunión:
Jesús humberto Carrillo Tarín
¿Puedo agregar la dirección de su blog a mi blog personal?
Gracias, Humberto, por tan fino comentario.
Y sobre tu petición, adelante, be my guest.
Saludos.
Muchas gracias por este disco, hace muchos años lo buscaba, es musica de mi infancia
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