La Guarida del Zorro Filoso: La Audioteca del Zorro Filoso (Zorro sale de EATON - Crisis y Despilfarro - The Police - Synchronicity - Every Breath You Take)

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viernes, 6 de marzo de 2009

La Audioteca del Zorro Filoso (Zorro sale de EATON - Crisis y Despilfarro - The Police - Synchronicity - Every Breath You Take)

Mis últimos meses en EATON se volvieron muy extraños. Mi cambio a las oficinas corporativas, en Bosque de Ciruelos, supusieron un cambio extremo de las oficinas sencillas y funcionales de la planta en Toluca, a otras oficinas llenas de glamour, estéticamente bellas pero a un costo financiero y humano que no pudo sostenerse por mucho tiempo.

Para quien conozca los edificios corporativos de Bosques de Ciruelos, sabrá que están colocados al borde de una barranca profunda, en que la entrada por Ciruelos es la “punta” del edificio, con los niveles inferiores descendiendo hasta el fondo de la barranca.

El interior de las oficinas eran lujosas, las paredes adornadas con litografías originales, muebles de madera hechos a mano sobre pedido y, el colmo de los colmos, tapetes de Temoaya usados como… viles tapetes.

La historia de los tapetes de Temoaya es aleccionadora:



(Inicia acotación)

Nunca, ni siquiera en los primeros años de aprendizaje, fueron "tapetes indios o hindús hechos en México", sino que desde el primer momento se convirtieron en "tapetes de Temoaya" hechos por artesanos indígenas otomíes que antes de esta nueva práctica eran famosos en la región del Valle de Toluca por su destreza para tejer lana para cobijas y prendas de vestir.

Esta habilidad y el deseo de aprender permitió a los artesanos temoayenses aceptar en 1969 la propuesta de unos maestros enviados por los gobiernos estatal y federal de enseñar la técnica del anudado indio, en la que anteriormente habían intentado adiestrar a tejedores de Chiapas, Hidalgo, Puebla y Veracruz. Aquí también hubo resistencia, pero un grupo de señoras decidió aprender la técnica.

"En menos de tres años el anudado se extendió a gran parte de los tejedores tradicionales y en 1972 –cuenta Antonio Gutiérrez González, presidente de la Sociedad Cooperativa Tapetes Anudados a Mano, propietaria de la marca Tapetes de Temoaya- se integró la empresa estatal Tapetes Mexicanos con participación del Banco de México, la Secretaría de Hacienda y el gobierno del Estado de México.

Esta compañía paraestatal, con apoyo de otras instancias gubernamentales de los gobiernos federal y estatal mexiquense –Turismo, Comercio, etcétera-, logró proyectar a nivel internacional los tapetes de Temoaya mediante exposiciones en Estados Unidos, Canadá, Alaska, Japón, España, Alemania (en Hamburgo hubo una tienda permanente) y otros países europeos.

La promoción resultó exitosa y en 1976 se creó un nuevo centro artesanal en el barrio de San Pedro de Abajo, en el que expusieron alrededor de 700 artesanos. En la Ciudad de México existió por esos años un expendio permanente de tapetes de Temoaya con alta demanda en el turismo extranjero y sectores de clases media alta y alta.

En los años 80, sin embargo, comenzaron a cambiar las cosas debido a la reorientación de la política económica del país. En 1983, el Banco de México se retiró de Tapetes Mexicanos e igual hicieron Hacienda y el gobierno estatal del Estado de México. "Cuando ocurrió esto –cuenta don Antonio- se llevaron máquinas, muebles, enseres, ¡hasta los hilos!".

Para enfrentar la nueva situación, buena parte de los artesanos integraron en 1988 la Sociedad Cooperativa Tapetes Anudados a Mano, con la participación de 350 miembros. Esta organización ahora agrupa sólo a 97 artesanos, después de la separación de un número similar de trabajadores independientes y la renuncia de otros.

"Es un oficio muy bonito, muy creativo –dice doña Rufina Guadalupe Bruno, artesana independiente del barrio de San Pedro de Arriba- pero reclama mucha paciencia, muchas horas de trabajo y se lleva mucho nuestros ojos y manos, sin que a veces saquemos lo necesario para reponer la inversión".

Doña Rufina, esposa de Marcelo Pascual González, con quien forma empresa privada que acopia el trabajo de otras 20 personas, hace alusión a la titánica tarea de "anudar tapetes de Temoaya" en intensas labores que se antojan obras de Sísifo porque "el más ágil tejedor avanza sólo de cuatro a cinco centímetros" cada jornada de ocho horas.

"Hay que tener mucha paciencia y mucho gusto en hacer esto, porque un centímetro cuadrado se forma con 16 nudos y cada metro cuadrado con 140 mil nudos. Un metro lleva en hacerse 40 días con jornadas de ocho horas diarias", informó doña Rufina. Todos los artesanos son otomíes y el 90 por ciento mujeres.

El anudado de estambre de lana se hace sobre una urdimbre de hilaza (algodón) previamente armada en un bastidor de madera, que según el proyecto puede ser grande o chico. El tejedor sigue un patrón sobre papel cuadriculado, a efecto de conocer en puntos cada línea y figura, anudando uno a uno cada hilo de estambre.

El nudo, que queda en fleco o barba, se corta al nivel del grosor que se desea para el tapiz (un centímetro, 1.80, tres y hasta cinco centímetros) para seguir utilizando el hilo. Una vez concluido el tapete, se rasura, se lava con cepillo y jabón neutro y se pone a secar a la intemperie hasta dos semanas.

El estambre con que se anuda un tapete mexiquense es elaborado con lana de borrego Lincoln criado en Argentina. Es teñido en Tulantepec, Hidalgo, a petición especial de los artesanos que manejan más de 100 tonalidades de colores. Cooperativistas e independientes usan ahora 44 diseños básicos con 145 variantes, a partir de un libro de patrones que en 1987 les donó una diseñadora de Veracruz.

Esta colección reúne diseños con base en figuras indígenas de diversas etnias prehispánicas. Resaltan entre ellos el Otomí, Mazateco, Nayarit, Tepehua, Chiapas, Papantla, Guananuato, Mazateco, Colonial, Tocate, Pochitoque, Cora, Huichol, Chinanteco, Árbol de la Vida, Mexica, Tacuatzis, Ojo de Dios, Paraíso terrenal, Las cuatro estaciones del año, Changolo, etc.

En los últimos tres lustros el diseño de Tapetes de Temoaya, marca registrada en disputa entre cooperativistas e independientes, se ha multiplicado mediante la creación de escudos estatales o municipales, logotipos, emblemas corporativos de empresas e instituciones deportivas (futbol), marcas de refrescos, jugos y vestidos.

"La tradición y la técnica son ya nuestras, tenemos prestigio de calidad y garantía de duración (de 50 a 100 años), por encima incluso de los tapetes persas e indios que ya no se hacen a mano, sólo nos hace falta promoción y apoyo para volver a saltar a los grandes mercados nacionales y de otros países", dijo Gutiérrez González.

Por la cantidad de nudos por centímetro, deben ser caros estos nudos son los que marcan el precio en el mercado. Además la exportación de los tapetes es muy grande, lo que puede hacer que sean difíciles de encontrar.

(Termina acotación)

El tapete de mi cubículo era especialmente sobrio, de una sola tonalidad, que siempre evitaba pisarlo al entrar. Pero los visitantes eran otra clase de personas, admiraban el tapete pero igual lo pisaban.

En una ocasión visité el Centro Ceremonial Otomí, casi recién inaugurado, y caminé por sus originales instalaciones. ¿Quién no recuerda haberlas visto en la película “007: Licencia Para Matar” (http://www.imdb.com/title/tt0097742/ ), como las instalaciones para la meditación? (Por cierto, en la misma película, las últimas escenas de la persecución de camiones fueron tomadas en La Rumorosa, B. C.) Ahí en el pueblo de Temoaya vi como tejían los famosos tapetes.

Pero regresando al DF, el lujo y el despilfarro en las oficinas pululaban por doquier. Los gerentes y directores participaban de un plan de auto de empresa, donde se le asignaba un automóvil nuevo y a los tres años, dado que las leyes lo permitían en aquél entonces, se les vendía por un peso en la facturación. Y se les volvía a asignar un auto.

Tanto derroche no podía sostenerse por mucho tiempo. A pesar de las inversiones hechas en la planta de Atlacomulco y la prensa de extrusión en frío, para el segundo semestre del ’84, durante el gris sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, la situación financiera de la empresa se fracturó.

La planta de Atlacomulco, la que fabricaba las válvulas para los motores de combustión interna, cerró sus operaciones; se redujo la planta laboral de la planta Toluca y los salarios de todos fueron “congelados” por primera vez en la historia de la empresa.

Esto hizo que algunos empleados de las oficinas corporativas, lidereados por un ingeniero vecino mío de cubículo, formaran un grupo de presión (léase: un infame sindicato) para lograr un aumento salarial.

En cuanto me enteré por las pláticas que tenían en el cubículo vecino, fui con mi Director Jurídico y le puse al tanto de la situación. De inmediato fuimos a ver al Director General y en minutos nos autorizó las liquidaciones necesarias y legales.

En cuestión de horas, a partir de mi primera plática con mi director, todos los empleados involucrados en la asonada fueron separados de la empresa. Una docena, más o menos, recuerdo. A todos ellos les entregué su cheque de finiquito, firmaron su renuncia y salieron en ese mismo momento. El líder de ellos todavía tuvo el descaro de preguntarme si el despido era debido a su intentona sindical. Por plática previa con el Director General, habíamos convenido no decirles la causa real y, en cambio, mencionar la evidente situación financiera de la compañía.

Pero la estocada había sido colocada y, aunque no mortal, si fue la suficiente como para que, una tarde de agosto de ese año, recibiera con agrado la llamada de un head-hunter. Habían escuchado mi nombre en los círculos de compensaciones, me decía la voz anónima, y yo tenía “el perfil que buscaba una empresa trasnacional de primer nivel.”

Nos citamos para el día siguiente en sus oficinas en Río Mississippi, cerca del Paseo de la Reforma, para tener nuestra primera charla. De esa plática vinieron las dos entrevistas con UNIROYAL, la fabricante de llantas, hoy ya desaparecida y absorbida por MICHELIN. Me ofrecieron el puesto de supervisor de compensaciones, un buen sueldo, y oportunidades nuevas. Acepté y regresé a EATON con la noticia de mi separación sorpresiva.

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The Police fue uno de mis grupos favoritos. Ya he compartido con ustedes el disco de “Ghost in the Machine” (1981) y para 1983 produjeron su último disco titulado “Synchronicity”. El estándar de calidad iba en aumento de álbum a álbum y, como dicen, no hay quinto malo. Salvo por la canción “Mother”, un auténtico himno de paranoia maternal, las demás piezas son muy buenas.

En este disco The Police abandona sus anteriores ritmos y melodías de fuerte influencia reggae, e incursiona en el rock rítmico, la balada y el jazz.

El disco lo compré a inicios de 1984, el año siguiente de su lanzamiento, según los consejos de mi novia de aquél entonces, admiradora y fanática de Sting.

Les comparto tres piezas del disco, esperando que les agraden tanto como a mí.








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En octubre de 1984 abandoné las oficinas de Bosques de Ciruelos para irme a trabajar en el edificio de oficinas de UNIROYAL en la Vía Gustavo Baz, a unos pasos de Cd. Satélite. Unos meses después me enteré que las oficinas de Ciruelos habían sido transferidas a Toluca, dentro de la misma planta, y que casi todos mis excompañeros habían decidido renunciar y quedarse en el DF.

No olvido, sobre todo, dos nombres de toda aquella maraña de intereses y feudos de poder, que tanto daño hicieron a una empresa exitosa hasta ese entonces. Uno, el del director financiero, causante de tanto desperdicio económico, y cuyo nombre me reservo: se dice el pecado… no el nombre del pecador. Dos: del ingeniero promotor del sindicato de las oficinas, cuyo nombre no menciono tampoco, por humanidad: aún vive, pero sometido, desde hace años, a tratamientos psiquiátricos en una clínica especializada.

Nos vemos hasta la próxima audición de la Audioteca del Zorro.

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